A la sombra de Ramón Maradiaga inventaba sus propias alineaciones. Llenaba tableros de táctica pura y en las madrugadas estudiaba esos movimientos propios de los entrenadores europeos y sudamericanos; cada junio de los últimos seis años, además, se iba a Cali, Colombia, donde tomaba un curso para técnicos impartido por instructores del famoso Inter de Milán.
Reinaldo Clavasquín lo tiene claro: “Es un honor trabajar en el club donde dejé una huella como jugador, pero ahora quiero hacer otra historia, mi historia como técnico”. Porteño de hace 40 años. Discípulo de la “Escuela Primitivista”, el Clavas que llegó para apagar el fuego del incendio que dejó Pepe Treviño en el Nido, ahora está más cerca de la gloria; quienes lo conocen de siempre cuentan que fue un tipo reservado, muy callado.
“No le conocíamos la voz, pero cómo pegaba, ¡eh!”, recuerda Diego Vázquez, aquel arquero que tantas charlas compartió con el recio defensa central; “era bastante observador y eso le hizo conocer bien el interior del camerino Azul y mirá hasta dónde ha llegado”, refuerza la teoría Nínrod Medina, compañero de zaga central.
El fútbol es una tómbola…
Las volteretas del balón lo han puesto de nueva cuenta en la antesala de la finalísima. No es la primera vez que el Reinaldo Clavasquín DT llega a estas instancias. Ya lo hizo en el Clausura 2008 (eliminado por Olimpia) y, después del 1-1 ante Victoria en el Nacional, asegura que sus noches pasan de lo más normal.
“Sé que tengo una responsabilidad muy grande, pero eso no me quita el sueño”. Igualmente, sus días transitan sin sobresaltos, así como fue su vida de pantalonetas y el “3” en la espalda.
“Le dedico unas cuatro horas diarias al equipo, entre los entrenamientos y el análisis de videos. Por ejemplo, la semana pasada miré como cinco partidos de Victoria. Ahora estoy esperando que me pasen el video del juego del domingo para sacar otras conclusiones”.
¿Favorito? Victoria
A priori, mientras tanto, habrá que entender la realidad del Mimado: ocupa ganar por el marcador que sea el domingo próximo en La Ceiba para llegar a una nueva gran final y el análisis frío de su entrenador es concluyente: “Ellos llegan con el favoritismo que les da la localía y el reglamento, saben que con un empate pasan; ellos son los que mandan en este momento, pero yo lo veo muy parejo y el domingo demostramos que lo podemos lograr. Imaginate, jugamos 70 minutos con 10 hombres y no nos vimos nada mal”.
Catorce años atrás, por la mente de Clavasquín pasaba de todo menos ser el responsable del barco Azul. En 1998 convertía el estadio Nacional en un manicomio con un golazo que valía oro puro ante Olimpia y desataba un huracán en todo el país.
“Mis pensamientos eran como jugador y nunca pensé en ser técnico, antes más bien mi idea era ser director deportivo. Pero cuando me retiré (en 2004) tomé la decisión, empecé a sacar los cursos y acá estoy”.
Vive como le gusta; respira sangre azul…
Está en su atmósfera, en el estrato futbolero que mejor le va. Dirigiendo a un grupo que cambió la mentalidad en las últimas fechas y a un viejo amigo, Amado Guevara, cipote que ya se comportaba como líder en aquel Ciclón Azul de los años noventa y que hoy parece un insustituible.
“Para nosotros es un jugador importante, pero el club tiene una idea grupal, no depende de un solo jugador. Para el caso, ante Real España jugamos sin él los últimos 20 minutos y estuvimos bien aunque, claro, a quién no le gustaría tenerlo al Lobo, un tipo que muestra su liderazgo dentro y fuera”.
El capitán es una de las dudas del Mimado, tras el involuntario golpe que recibió de Mario Romero. Omar Elvir y Carlos Discua siguen en terapia intensiva y Melvin Valladares es baja confirmada, tras la roja que le mostró Erick Andino. Georgie Welcome, con una afección gripal desde hace 15 días, se une a los asteriscos. “El desgaste ha sido enorme, pero vamos a llegar bien porque tenemos varias alternativas”.
Palabra de motivación
Creyente de la doctrina brava y corajuda que desparramaba en el campo, Clavas sabe que “no hay mañana para Motagua.
El domingo nos jugamos el torneo” y se despide con el cuchillo entre los dientes, avisando al enemigo: “Verán 11 guerreros debatiéndose por el triunfo. Vamos a dar la guerra y haremos nuestra mejor batalla para lograr el objetivo que nos hemos trazado desde el inicio”. Habló el patrón. Ahora el grupo tiene la palabra el domingo a las 2:00 PM…
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