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27 años después al Mundial

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El colombiano Reinaldo Rueda logró el miércoles la clasificación de Honduras al Mundial de Sudáfrica 2010 y de paso puso fin a casi de tres décadas de sueños, esperanzas y frustraciones de un pueblo hondureño que sufre con el fútbol.

A finales de 2006, Rueda tenía opciones para poder seguir dirigiendo en su natal Colombia, lo mismo que en Ecuador, Uruguay o España, pero prefirió meterse en Honduras, donde la Comisión de Selecciones le pidió que la prioridad era clasificar al Mundial de Sudáfrica de 2010.

Rueda aceptó el reto y a finales de enero de 2007 firmaba contrato para dirigir a Honduras, mientras que en marzo del mismo año iniciaba un nuevo sueño para los hondureños que el miércoles se convirtió en realidad, con un cuerpo técnico del que formaron parte otros compatriotas suyos.

El miércoles, tras la clasificación de Honduras, el presidente de la Comisión de Selecciones, Rafael Ferrari, ratificó a Rueda como entrenador de este país en el mundial.

La ayuda de Estados Unidos, al empatar el miércoles a dos goles con Costa Rica, confirmó la clasificación directa de Honduras, que estaba obligada a ganarle a El Salvador, lo que se dio con un gol de cabeza del veterano Carlos Pavón, quien carga en sus espaldas la experiencia de cuatro eliminatorias.

Rueda llegó a Honduras precedido de un alto perfil profesional marcado por los logros con selecciones de su país y la esperanza de recuperarle la alegría a los aficionados hondureños, que ya estaban cansados de estar viviendo del Mundial de España de 1982, el único al que Honduras había clasificado hasta ahora.

Natural de Cali, Colombia, donde nació el 16 de abril de 1957, Rueda convocó en todo el proceso de preparación de Honduras a más de 100 futbolistas, entre los que figuraron siempre los internacionales que estaban jugando en Italia, Inglaterra, Polonia, China, Estados Unidos y México.

Desde el principio Rueda mantuvo una buena relación con la prensa deportiva, de la en algunas ocasiones recibió críticas por su planteamiento, principalmente después del partido del sábado pasado, que Honduras perdió por 2-3 ante los Estados Unidos.

De haber ganado ese partido, la clasificación al Mundial de Sudáfrica se hubiera anticipado.

Con buenos resultados en casa, Rueda fue callando algunas voces críticas, del mismo modo que el sábado pasado aceptó que se había equivocado en algunas cosas, pero sin dejar de reconocer el esfuerzo y la entrega de sus jugadores.

De los 30 puntos disputados en el hexagonal de la Concacaf, Rueda ganó 12 de los 15 disputados como local, mientras que como visita solamente logró cuatro.

El entrenador prefirió que los partidos eliminatorios de Honduras se jugaran en el Estadio Olímpico Metropolitano, de San Pedro Sula, norte del país, no solo por los buenos resultados, sino también por el respaldo de la afición.

En ese estadio, Rueda solamente perdió el partido del sábado pasado contra Estados Unidos.

Quizá por eso, y aunque la clasificación estaba en peligro, los aficionados no le dieron la espalda a Rueda y la selección, y acudieron masivamente a despedirlos el lunes al aeropuerto en su viaje a El Salvador.

El 2 de febrero de 2008, Rueda lamentó la actitud de la Liga Profesional de Fútbol Honduras por programar partidos del torneo local cuando la selección estaba próxima a jugar encuentros de preparación u oficiales.

En esa ocasión Rueda expresó que Honduras se estaba «autoeliminando» con ese tipo de actitudes y criticó a uno que otro equipo por negarse a prestarle a la selección a algunos jugadores.

Rueda convocó a más de un centenar de jugadores durante todo el proceso de preparación de Honduras, donde se ha convertido en un líder y quizá el colombiano más querido.

Su lema de que los hondureños tenían que estar «unidos por una misma bandera», el miércoles se hizo realidad. Hace dos años, Rueda daba «Gracias a Dios y al fútbol hondureño por asumir este compromiso grande, por entregarme su bandera y su camiseta». El miércoles, las gracias son de parte de los hondureños para el estratega colombiano que le puso la «rueda» que le falta a Honduras para regresar a un mundial.

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