Amado Guevara le da la bienvenida a Marlon Villalobos
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Los jugadores hondureños podrán saborear en Sudáfrica algunas comidas de su país, como las «baleadas» o la sopa de caracol, preparadas por dos hermanos cuya tardanza en llegar el miércoles a Johannesburgo tenía preocupada a la delegación y que «jugarán» su propio Mundial en la cocina.
«¿Qué me vas a dar de comer, vos?, ¿baleadas?», fueron las preguntas con que el capitán de la selección, Amado Guevara, recibió, mientras lo abrazaba, a uno de los cocineros, Marlon Villalobos, en el vestíbulo del hotel del equipo hondureño.
«Allá te está esperando Dani», le anticipó Guevara a Marlon, en alusión al también centrocampista Elvis Danilo Turcios, que seguramente ya tendría ganas de comer algo «a la hondureña».
(Guevara no hizo declaraciones por las prohibiciones del régimen de selección).
La «baleada», que tiene distintas variaciones, es básicamente una tortilla de harina de trigo untada con frijoles fritos, queso rallado y/o mantequilla, y en Honduras igual se puede disfrutar en algún puesto de comida callejera que como parte de los entrantes de un cóctel.
Carlos Villalobos, el mayor de los cocineros de la selección, ratificó que la «baleada» es de lo mas apetecido por los jugadores, que entre los platos fuertes de la comida prefieren un pollo al horno que, afirmó, él prepara «con un sabor muy distinto».
Los hermanos Villalobos, oriundos de Tela, en el Caribe de Honduras, salieron de su país el domingo vía México y París, y arribaron a Johannesburgo el miércoles, varias horas después de que lo hiciera la selección, que llegó de Alemania.
Los cocineros debían estar en Johannesburgo antes que el equipo, pero su vuelo se demoró, lo que había generado tanta preocupación que hoy fueron recibidos con expresiones de alegría y tranquilidad por el propio presidente de la Comisión de Selecciones, Rafael Ferrari, y el director deportivo de la selección, Osman Madrid.
Carlos Villalobos explicó que el menú de los jugadores se define junto con el preparador físico, el colombiano Carlos Velasco, y en general debe contener muchos carbohidratos y calorías.
Entre la amplia variedad de alimentos que se incluyen figuran comidas tradicionales hondureñas como las sopas de caracol y de frijoles con huevo; el plátano maduro horneado, las tajadas fritas de plátano verde o maduro, o arroz y frijoles con crema de coco.
Los hondureños trabajarán en una cocina especial instalada en la misma área del hotel Indaba donde se aloja la selección, y coordinarán su tarea con el jefe de cocina del mismo, Charles Dadallia.
Carlos Villalobos indicó que no hubo problemas para obtener en Sudáfrica los productos necesarios para la comida de los jugadores, pues «aquí hay de todo».
Los hermanos Villalobos se dedican a la cocina «porque nos gusta», expresó Carlos, de 35 años, quien explicó que él era cocinero del Olimpia, actual campeón del fútbol hondureño, y cuando fue contratado para la selección se llevó a Marlon (28).
Ambos empezaron a andar entre ollas y cucharones en la cocina de Villas Telamar, un centro turístico situado a orillas del Caribe en Tela, y un tercer hermano, Oscar, también sigue sus pasos.
Ya instalados desde el miércoles, los cocineros de la selección de Honduras se las verán con el reto de enviar bien alimentados a los jugadores a la cancha cuando jueguen contra Chile el 16 de junio, con España el 21 y Suiza el 25, en el Grupo H del Mundial.
Según Carlos, parte del menú previo a un partido consiste en una sopa de pollo picado y rodajas de tomate, pepino, cebolla y chile dulce, pero seguramente no faltarán jugadores que prefieran despacharse un «baleada» o una sopa de caracol antes de ir a vérselas con el rival.