Alex Pineda: Ante México “hay que poner hombría…”

Aún su piel se eriza, su corazón acelera las pulsaciones, sus tacos parecen resurgir del infinito y su mente inevitablemente se proyecta con nostalgia hacia aquella memorable noche del 21 de septiembre de 1996 en que se ganó el respeto del gigante del área.

“Se me viene a la memoria de que hace años estuve en un camerino, siendo protagonista y que hoy soy un aficionado más que está socando, como decimos, se me sube y se me baja la adrenalina de saber que yo estuve allí, pero ya no, ya pasó”, le sale la voz del alma a Alex Pineda Chacón que no puede evitar los recuerdos y las sensaciones en la previa del juego ante México.

Así, el inolvidable Chele de la mediacancha atiende gentilmente el llamado de ZONA y se interioriza en una amena conversación para rememorar aquel 2-1 contra los Aztecas.

¿Qué siente Alex cuando escucha septiembre de 1996? Se vienen todos esos recuerdos y todas esas emociones, toda esa adrenalina, esa cosquillita en el estómago, ese nervio, pasión, esas ganas de entrar a la cancha y de que llegue el pitazo inicial…

¿Qué es lo que más recuerda de ese partido contra México? Recuerdo todo lo previo, el análisis de los videos de México, el análisis individual de cada uno de los jugadores, sobre todo los futbolistas claves que generaban fútbol en México, como Ramón Ramírez y Alberto Coyote, que eran los que manejaban el mediocampo y, obviamente arriba estaba Hermosillo, que hacía muchos goles y era peligroso.

¿Se miraban nerviosos los mexicanos? Me acuerdo que desde el inicio, ellos salieron a la cancha y la gente no solamente les gritaba, sino que les tiraba muchísimas cosas, que es algo que no debe pasar, pero ellos realmente sintieron la presión. Yo los vi sonrientes, pero a la vez en el fondo sabiendo que no iba a ser fácil, porque el Morazán era un estadio en donde la gente estaba muy cerca.

Y ustedes en la cancha dejaron el corazón, ¿no? La verdad que sí. En cada jugada íbamos con todo y me acuerdo que hasta casi de cabeza me barrí en una jugada, o sea, dejando un poco de lado la parte romántica del fútbol, porque había que ponerse el overol, trabajar en equipo y nadie podía desentonar, aunque lógicamente el fútbol tenía que salir, pero a partir de la recuperación de la pelota.

¿En qué momento del juego sintió que ganaban sí o sí? Desde el primer minuto en el que vimos un cierto temor por parte de los mexicanos. Tengo muy presente que en un tiro libre de Arnold Cruz, que sabíamos que le pegaba fuerte, yo fui al rebote, me fallé la primera oportunidad de gol cuando Campos la vomitó y yo hice una media volea, pero la piqué demasiado, rebotó antes y pasó un poquito desviado del palo de arriba. Allí, yo dije: ‘Este partido es de nosotros’.

¿Cómo vivieron esa noche después del triunfo? Inolvidable. Después de ese partido que ganamos, hubo una algarabía de la gente, impresionante. Estábamos en el hotel Los Andes, y afuera habían unas 20 o 30 mil personas y yo salí un poco de la habitación y tiré la

camisa con la que jugué, porque abajo miré un excompañero de colegio. La lancé, pero me arrepentí de haberla tirado porque casi se matan por tirarse encima de todo mundo. Tiré la calceta, el short y la gente enloquecida, una alegría impresionante, es una cosa que no se olvida nunca.

Con todos esos recuerdos, ¿cómo se imagina el juego de mañana? Me imagino un partido con intensidad, se juega mucho orgullo, los puntos que están en juego para la clasificación, estamos en casa. Estos son los momentos en los que hay que avanzar, ya que México tiene un punto nada más y que también ha perdido un poco la confianza de ser un equipo protagonista en la Concacaf por lo que pasó en el Azteca.

¿Cómo se le gana al Tri? A México se le gana con mucho orden, se le debe ganar poniendo ese extra que siempre damos y que por eso hemos tenido buenos resultados; haciendo fútbol a partir de la recuperación de la pelota y defensivamente estar muy atentos con la marca.

¿Qué es lo que más incomoda al jugador mexicano? La presión en la marca. Pienso que ellos tienen esa concepción de que el futbolista hondureño marca muy fuerte y que es hostil. Ellos tienen cierto temor en cada entrada y hay que hacerlo sentir, pero con lealtad, porque si empezamos a aflojar, ellos pueden decir: “No es como nos lo pintaban”.

¿Qué tipo de partido podemos esperar mañana? Va a ser un partido abierto, porque México no tiene esa característica de jugar metido atrás, no le juega así ni a Brasil ni a España ni a nadie. Lo espero un poco cauteloso, pero cuando tenga la pelota te aseguro que van a buscar a ofender, van a tocar y van a buscar profundidad y en ese momento hay que tener la mentalidad de que hay que desdoblarse con muchísima velocidad para atacar y tratar de agarrarlos en inferioridad numérica en ataque.

¿Cuál será el juego que deberá hacer Honduras? Bueno, como México es muy compacto en todas sus líneas y tiene mucha calidad técnica para jugar, hay que destruirle esas conecciones como lo hicimos en el pasado y ponerle hombría en cada jugada, hacerlos sentir de que no estamos bromeando, sino que estamos en serio y que vamos a sacar los tres puntos. Dar esa sensación de ser un equipo fuerte, así como se hizo contra Canadá y Estados Unidos, hay que seguir con la consistencia.

Sin sentimentalismos, ¿vislumbra un triunfo? Soy cauteloso, porque México es un buen equipo y están más concentrados que nunca porque ya tuvieron un mal resultado en casa, pero creo que sí podemos ganar. Sinceramente te digo que, por lo que he vivido anteriormente y por lo que he visto en los últimos partidos de la Selección, yo creo que Honduras tiene jugadores con ese temple y ese temperamento para hacer sentir la localía con esa intensidad que se necesita, sinceramente te digo, se puede ganar, se puede ganar porque tenemos las armas para hacerlo.

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