Aquellos recuerdos despectivos hacia su progenitora, de los que era objeto cuando ingresaba a una catedral del fútbol, sin duda que serán “extrañados” en su nueva vida. Pero ha llegado el momento de colgar su amada ocarina y solo quedarse con las miles de remembranzas que florecen en su mente cada vez que repasa sus 23 años en el arbitraje hondureño.
Santa Bárbara lo vio nacer hace 41 años, pero el destino y la pasión por una carrera que muchos no desean seguir, llevaron a José Benigno Pineda a ser un personaje de aquellos… muchas veces estuvo en el ojo del huracán y era visto con odio, por unos cuantos, y con aprecio, por otros. Aunque él mismo tiene claro que “esas son cosas del fútbol”.
El reloj marcaba las 11:00 de la mañana cuando al cuarto rechinazo del teléfono apareció la vos del central (o del excentral) para compartir con EL HERALDO las indescifrables vivencias como tocapitos…
Benigno Pineda retirado del arbitraje. ¿Por qué ahora? Bueno… hace tres meses que había tomado la decisión junto a mi familia (mis hijos Ana y José Alberto y mi esposa) y solo estábamos esperando la hora indicada. Creímos que este era el momento preciso para dar un paso al costado.
¿Qué es lo más bonito que se lleva de estos 23 años? Lo más lindo es tener un gran número de amigos. Es bello que, de repente, te encuentras una persona humilde que te dice: ‘¿Usted es el que estaba pitando este partido, usted es don Benigno Pineda?’ O sea, uno siente una gran satisfacción por dentro y son de las alegrías más grandes que le quedan.
Invirtamos la historia y hablemos de sus inicios. ¿Cómo comienza en esto? Pues la verdad es que en mi pueblo, a los reclusos que estaban por salir siempre los llevaban a jugar al campo contra la Policía; entonces buscaban a alguien que les dirigiera los partidos y allí estaba yo, muy joven por supuesto. Tomaba el silbato y me ponía a dirigir el clásico entre reos y custodios.
Calientes esos juegos, ¿no? Sí. Yo tenía como 18 años y ya se imagina lo complicado que era dirigir a policías y reclusos, pero creo que allí demostré que tenía todo para darle al arbitraje, para ser réferi. Así fue como me inicie.
¿Pero por qué incursionar en una carrera tan compleja? Ja, ja, ja. Bueno… yo pienso que el que está en el arbitraje es porque debe gustarle esta carrera, ya que para el lado que tú te hagas siempre habrá espinas; pero, aparte de eso, esta es una carrera muy linda. Yo sentí el arbitraje en mi sangre desde que el compañero Argelio Sabillón me invitó.
¿Y antes de esos comienzos con el pito jugaba fútbol? Sabes que el fútbol es la pasión de nuestro país y sí jugaba, pero realmente no era una gran pasión por ser futbolista, porque nuestros padres no nos dejaban jugar; además, nosotros no teníamos radio ni televisión para verlo. Entonces, la verdad es que mi pasión no era jugar fútbol, sino que sentí más por dirigirlo como árbitro.
¿Profundizando en ese recuerdo, en qué posición del campo jugaba? Pertenecía a un equipo de un compañero que fue árbitro, él manejaba las categorías menores y el puesto que siempre me gustaba era el de mediocampista, volante de contención, porque me gustaba eso de marcar.
¿Ahora, retornando a lo del silbato, cómo fue su debut profesional? Fue en Siguatepeque… ja, ja, ja. Me acuerdo que la gente me contó luego que el finado Diógenes Cruz (extinto periodista de HRN) decía: “Y este árbitro desconocido quién será, hay que tener cuidado con él”.. ja, ja, ja; nos acordamos de esa anécdota porque hasta me la grabaron. Mi debut fue bueno, el partido estuvo tranquilo.
Decir arbitraje es hablar de “mentadas de madre” y todas esas ofensas. ¿Cuándo recibió el primer gran insulto que jamás olvidó? No, desde que uno va entrando a un estadio ya va escuchando todas esas palabras “agradables”… ja, ja, ja… que te mencionan hasta la mujer que te dio el ser, pero eso es normal; más bien la anécdota que tengo es que una vez llegamos al estadio de La Ceiba y lo extraño es que no recibimos ningún insulto y nos hizo falta, nos molestó y nos incomodó que nadie nos haya ofendido.
¿Y su madre qué le decía sobre eso? Fíjate que yo ni le contaba a mi mamá. Hasta hace unos 10 años es que ya le fui contando, porque me miraba en televisión y me empezó a decir: “¿Bueno y vos qué andás haciendo allí, sos árbitro o que?”; entonces le comencé a decir qué era lo que yo hacía realmente en la vida.
¿Alguna vez sus hijos se le acercaron a preguntar sobre los insultos? Sí, normalmente lo hacen, sobre todo el niño. En alguna ocasión, un compañero de escuela de mi hijo se expresaba mal de mí y, como padre, le tuve que explicar cómo era nuestra carrera, que nos equivocábamos y eso molestaba a ciertas personas.
¿Cuál fue el error más grave que cometió en un partido? Creo que el error es error y no hay grande ni pequeño. Yo pienso que las equivocaciones que a uno le duelen más son cuando cometes errores que influyen en el resultado de un partido, que un equipo gana o pierde por tu error.
¿Alguna vez se equivocó y fue a pedirle disculpas al equipo? Varias veces. A equipos como Victoria, España y Marathón. Cuando empezaba, tenía errores evidentes que la tele mostraba y hubo momentos en que yo fui y les dije: ‘Disculpen, allí está el error, me equivoqué, pero no fue con mala intención’.
¿Cuál será la hinchada que menos lo quiere? Aquí la mitad me quiere y la otra mitad no. Creo que estoy dividido.
¿Y qué pensaba cuando le decían “Maligno” o lo vinculaban con Olimpia? Ja, ja, ja. No. Eso es parte del fútbol, hubo tiempo que me decían que yo era Marathón, otras veces decían que era Motagua; esto así es y lo tomo con tranquilidad porque son situaciones que van a pasar siempre.
¿Es distinto pitar un Olimpia-Motagua que un Savio-Vida, por ejemplo? Sí, claro. Hay una gran diferencia porque un clásico es un clásico, entra en juego la rivalidad de directivos, aficionados, jugadores y eso hace que sea diferente.
¿Un árbitro siente el fútbol como un futbolista? Sí. Fíjate que hay instructores que nos corrigen y nos dicen: “No estás sintiendo el juego”. Y es cierto. Cuando estás arbitrando y sientes la pasión adentro, tomas mejores decisiones.
¿Sinceramente cree que va a extrañar los insultos? Sí, voy a extrañar los insultos por un tiempo, pero ya nos vamos a acostumbrar y vamos a retomar nuestra vida normal, sin ofensas. Fueron 23 años en el arbitraje y el 95 por ciento de los fines de semana dejábamos nuestra familia. Es tiempo que estemos más con ella…
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