MADRID (AP) — Cuando Joel Campbell jugaba largas horas al fútbol de niño en su barrio de San Rafael Abajo, en la ciudad de San José (Costa Rica), no tenía balón propio, marcaba los arcos con piedras y siempre le tocaba elegir equipos. Y entonces, como suele hacer también ahora sobre las canchas de la liga española, se decantaba por la vía menos habitual.