Héctor Vargas: “La gente del Victoria está ilusionada…”

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El técnico del Victoria respeta el arbitraje en el estadio Nacional.

Se acaricia la barbilla con su mano izquierda. Hay sospecha de orgullo, de presunción. En la cancha, casi simultáneamente, Eder árias sumerge al Mimado en un mar de dudas; en el banquillo, Héctor Vargas no esconde su satisfacción: está a 90 minutos de llegar a su primera gran final desde que arribó al país, aquel lejano junio 20 del 97…

Poco antes, allá por 1994, el argentino asumía la dirección técnica del equipo de toda su vida, Estudiantes de La Plata. Sin querer, el destino lo ponía frente a frente con aquellos pibes que alguna vez dirigió en las inferiores del Pincha: Juan Sebastián la Brujita Verón, Martín Palermo y Rubén Capria, ahora todos monstruos.

“Hice debutar a la Brujita”, recuerda el León Vargas, mientras acomoda su arremolinado pelo castaño y acepta que sus sueños son los de cualquier equipo grande de la Liga.

Va por la gloria…

“La gente está ilusionada con el empate que obtuvimos en el Nacional, sabiendo que cerramos en casa, algo que Victoria no conseguía hace cinco liguillas”. Habla el mismo Héctor Vargas que alguna vez, siendo volante de contención, enfrentó a vacas sagradas como Diego Maradona,

Claudio Paul Caniggia, Mario Kempes, Sócrates o Falcao y que hoy, en su otra realidad, sobrevive en el banquillo del Jaibo apenas con los ahorros del último semestre. “Decí que soy un tipo ordenado y que, con un mes, aguanto cuatro o cinco”.

¿Cómo resiste sin cobrar tanto. Cómo hace su Victoria para sobrellevar todo esto? “Este plantel es noble y se comprometió a terminar de la mejor manera. Mirá lo que pasó esta semana. Eder árias me pide que le preste 500 pesos para comprar unas cositas y cuando se los entrego le digo, en broma y en serio: ‘¡Mejor no te los doy, porque el domingo te vas a cagar!’.

Al final se los doy, pero le advierto: ‘Si te cagás, me pagás el doble’. Y mirá con lo que me salió… ja, ja… por eso cuando hizo el gol llegó a jalonearme todo y era que me estaba diciendo: ‘¡Ves que no me cago, ves que no me cago!’”.

En la capital, el orgullo de la familia Kawas se olvidó de los prejuicios, de los almuerzos a medias y se lanzó a la aventura, sin dobles discursos ni caretas.

“Superamos el pánico escénico que esclaviza a los equipos del norte y le jugamos de igual a igual a un equipo que invierte mucha plata”; para Héctor Vargas, el humilde entrenador formoseño de 53 años, casado con una hondureña con la que vive en el suburbio capitalino del Hato de Enmedio, el dinero parece no ser todo en la vida.

“Para nosotros llegar a la final sería una bendición de Dios. Nos sentimos contentos porque estamos haciendo una competencia digna y entramos a la liguilla para ver si teníamos alguna posibilidad de clasificar, pero la obligación de jugar la final sigue siendo de Motagua”, pone paños tibios al 1-1 del domingo…

¿Comparte la sensación que ha quedado en el ambiente: que dejaron vivo a Motagua? No, no, no… al contrario, salimos vivos nosotros. Todos decían que venía el Ciclón Azul, que la tormenta Azul y no se cuánto más; todo mundo decía que Motagua iba a liquidar la eliminatoria en su casa y que nos íbamos a comer cuatro, como el Real España o Marathón, y no pasó nada de eso.

¿Más allá de que no salió conforme con la propuesta de su club, le gustó el 1-1? No soy hipócrita: íbamos a buscar el gane, pero el empate me sirve. Conseguimos cerrar en La Ceiba y sabemos que con otro empate pasamos. No sé si vamos a ganar, Motagua tiene buen equipo, invierte para estar donde está.

¿No teme que el pánico escénico persiga a algunos jóvenes del Victoria el domingo? No, porque todos los futbolistas de la costa norte jugando de local son otros. En Tegus son unos, en la costa son otros.

¿Pero sí está claro que Motagua no será el mismo de la capital? Motagua se vendrá con todo, ya que no le sirve el empate. Ahí vamos a ver si podemos cambiar alguno que otro nombre, con un jugador más veloz para complicar a los dos centrales que ponga Clavasquín, por ejemplo.

Se vuelve a acomodar el pelo. No tendrá ninguna cuenta millonaria en el banco, pero en su alma de futbolero Héctor Vargas ya tiene el título de campeón por perseverancia. “Terminamos en segundo y técnicos como Pavón, Carlón, Chelato y el mismo Tosello han hablado bien de Victoria, lastimosamente este equipo no vende mucho, como sí lo hacen Olimpia y Motagua”.

Claro. No solo de halagos vive el hombre. “Seguimos en la dulce espera del salario”, recuerda la voz que en el puerto parece cantar uno de los temas más sonados del verano…

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