Descolorido e impreciso, el León no mostró su mejor versión en el puerto, pero en el anochecer del juego encontró la cabeza pensante de Juan Ramón Mejía para asestar un golpe mortífero ante un entusiasta Tiburón, que careció de certeza para evitar el descalabro en el estadio Excélsior.
Impulsados por su localía nominal, los Escualos fueron los que evidenciaron mayor alegría para llevar peligro sobre la meta de Donis Escober, quien supo responder cuando fue exigido, especialmente con remates de larga distancia; con el paso de los minutos, la experiencia de Jaime Rosales y Walter Hernández parecía imponerse sobre la juventud de Irvin Reina y Alex López para ganar la zona medular del campo y darle mayor fluidez al juego del Tense.
Si no hay gol, no hay gane
Esa emotividad y mejor disposición del Escualo se vio reflejada en las primeras dos jugadas peligrosas del partido, en las que aparecieron en escena Jerry Palacios, por el lado porteño, y Donis Escober, por el bando capitalino. La primera se dio a través de una contra fulminante y la segunda en una avivada del Escualo en pelota parada, pero en ambas la historia fue la misma: bombazo con derecha de Jerry y gran reacción del Pimpollo.
El Albo, que parecía tocado por la reciente eliminación en la Concachampions, no entraba en juego y apenas asomaba con remates desviados de Juan Ramón Mejía y Ramiro Bruschi, que no representaban mayor peligro para la meta de José Pineda. Al propio ritmo del paso de los minutos, los Blancos, esta vez de negro, no se sentían cómodos en el calor de Cortés y seguían denotando incertidumbre con cada desborde del Tense, especialmente con un par de despliegues de Ian Osorio, quien mandó dos quemantes rezagos que no alcanzaron a ser empujados, ni por Jerry ni por José Casildo.
Llegó el definitivo 1-0…
La inevitable avanzada de las manecillas del reloj y la falta de emociones y de armas de uno y otro bando hacían presagiar que todo estaba escrito; pero antes, el Rey de Copas haría olvidar su mala tarde con una muestra más de su grandeza.
A tres del pitazo final, luego de un cañonazo de Alex López que Pineda dejó a la deriva, el fresco Sebas Rosano no perdió la fe para llegar y hacer una cesión inmejorable al bien ubicado JuanRa Mejía que, ante la puerta vacía, solo tuvo que poner su cabeza para dibujar su corazón y devolver la sonrisa al Mundo Blanco.
Con el 1-0, la historia estaba finiquitada, porque el tiempo y el Tense ya no darían más para evitar que el bicampeón Nacional mantenga la cima y deje claro que acá, en la liga doméstica, sí manda con autoridad, por muchas lágrimas en la Concachampions…
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