Los suspiros, las matemáticas y el buen momento en el inicio del segundo round no bastaron para un sufrido Motagua que empató 2-2 con Victoria y que no pudo reservar un cupo para estar entre los invitados especiales de la fiesta grande del Clausura.
Nuevo fracaso Azul que ya no aguanta la afición y más reveses. Pasó Victoria, un equipo con cinco meses sin cobrar, ante un Motagua que lo tiene todo.
Preciso y bajo un régimen militar, Geovanni Mendoza hacía sonar su ocarina y con ello daba inicio a un partido que se llenó de emociones e intriga hasta el último suspiro del desafío.
Con el avance de las manecillas, Victoria se hacía dueño del juego, a través de la movilidad de Michell Rivera en el ombligo del campo, pero sobre todo por medio de un punzante Wilmer Crisanto, que hizo ver muy mal al joven lateral Santos Crisanto.
El primer grito Jaibo
La confianza y atrevimiento de los Jaibos se combinaba con el nerviosismo de los Azules, que hacían aguas en la zona baja, y eso se vería reflejado antes del primer cuarto de hora.
Y, justamente, por la avenida fuerte del Lechero, Pipo Licona recibió un madruguete de Crisanto para meter una pelota caliente al manchón penal hasta donde llegó anticipando un atrevido Rubén Rivera que cruzó el 1-0, cuando apenas aparecían 10 minutos en el cronómetro.
Vargas y sus muchachos explotaban de satisfacción y, a la vez, intensificaban su personalidad, pero la obligación de sumar un fracaso más a su historia motivaba la reacción natural del Azul.
Entonces, pese a la inhabitualidad de Odis Borjas por el costado derecho del mediocampo y de Roby Norales por la izquierda, en el 33, el pensamiento del Cuate se situaba en la cabeza de Eddie Hernán para hacer volar a Johnn Bodden y dar indicios de la feroz respuesta que tendría en el complemento.
Bravía reacción del Ciclón
Solo habían trascurrido tres minutos del segundo round cuando Georgie Welcome sacó provecho de su gran físico para ganar una pelota dividida en el área y sacar un latigazo electrizante que dejaba sin opciones al meta ceibeño y sembraba la ilusión en los “corazones azules” .
La familia del Mimado se fundía en un abrazo y se armonizaba con las volteretas de Welcome para celebrar la momentánea clasificación y recobrar la ansiada sonrisa, que se apagaba un poco después con un posterior testarazo que Ozzie Bodden dejaba plasmado en el horizontal.
Pero, tras ese susto que aplacaba la algarabía de las águilas, Georgie, otra vez, aprovechaba un contragolpe para dejar solo a su colega Eddie, quien enfrentó a Bodden, se despojó de las tensiones y firmó el 2-1 con una espectacular campana al puro estilo del astro Lionel Messi.
La última palabra es de la Jaiba… El Ciclón ratificaba su cupo en la fiesta grande, pero con 39 minutos en el reloj era muy prematuro lanzar los gritos al aire porque el equipo ceibeño buscaría por todos los circuitos el empate para que su tiquete no dependiera absolutamente de nadie.
Entonces, sabiendo lo que estaba en juego, Vargas reforzaría su arsenal ofensivo con el ingreso de Júnior Lacayo y Víctor Ortiz, que se sacaría un conejo de la galera para devolver la confianza al hombre de Formosa, Argentina.
Golazo… Sí, eso saldría de la pierna derecha de Víctor en el minuto 64. El 9 Jaibo se subió en varias bicicletas, enganchó al centro a Brayan Figueroa y dibujó una comba espectacular que se coló en la escuadra izquierda de la meta motagüense e hizo inútil el vuelo desesperado de Donaldo Morales.
El 2-2 estaba escrito y, de allí en más, el Jaibo le pondría fútbol y colmillo para derrumbar a un Ciclón que ya no tuvo arrestos y que se aferró a la radio para escuchar buenas noticias de Puerto Cortés o de Tegucigalpa; sin embargo, al final no llegaron y tuvieron que irse con la nostalgia de un fracaso más en su historia.
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