Un primer tiempo cargado de electricidad fue suficiente para definir la suerte de un regular derbi sampedrano, esta vez de pocos goles (1-1) y con caras alegres para los enemigos íntimos; el complemento dejó mucho qué desear y, como en la primera vuelta, Real España y Marathón repartieron honores.
De poder a poder…
La propuesta ofensiva de los clubes sampedranos rápidamente se tradujo en goles. Al 19, Mauricio Sabillón recordó una vieja jugada del Monstruo Verde, centró pasado y, allá en el fondo, burlando la marca de la zaga aurinegra, Mariano Acevedo cambió su rutina, su piel, se vistió de “brasileño” y definió de cajón, sin dejar que la bola cayera al piso. Imposible para Rafael Zúniga.
Emil Martínez siguió asustando a Zúniga y la buena asistencia al Morazán tenía los nervios de punta. Hasta que la Máquina emparejó todo al 41. El héroe del oro centroamericano en Costa Rica, Bryan Róchez, ni siquiera se inmutó cuando Pepe Treviño le dijo que sería titular y cuando vio ese centro del Palomo Rodríguez no dudó en peinar de cabeza para que Shane Orio enloqueciera en su meta.
Minuto a minuto, el sofocante calor fue asfixiando a las grandes figuras de cada cuadro: Emil Martínez dio paso a David Meza y Julio el Palomo Rodríguez no aguantó el trajín para que Ever Alvarado se reivindicara con Pepe (tras aquel partido ante Motagua cuando entró y salió). Pepe probó entonces con Kervin Johnson y Carlón Martínez con Jonathan Reyes. Piernas frescas…
Final apagado…
Y cuando las gradas se dormían (el nivel del clásico se había venido a la baja), apareció Nico Cardozo al 82 y una de sus especialidades: de cabeza “fusiló” a Orio, mandó al tiro de esquina.
Erick Norales le quitó la tranquilidad a los Verdes con un “casi” autogol y el último pitazo sentenció la justiciera igualdad para los clubes.