El campeón se mueve esta semana entre la responsabilidad de preparar el clásico ante Real España y su otra deuda, la social, la del fenómeno de masas; después de entrenar por la mañana, una parte del plantel se movilizó a la sala de Pediatría del Materno Infantil y repartió un rato de alegría a varios niños con problemas de salud…
Lejos parece la cancha de Amarateca de la pieza donde habitan menores con caras tristes, pero esperanzas no perdidas. En ambos lugares, los jugadores del Olimpia le ponen la misma pasión
. “Favoritos somos los dos, es un clásico y estos juegos nadie los quiere perder. Nosotros deseamos dar un buen espectáculo y España va a hacer su partido, porque necesita meterse a la liguilla”, decía Reinaldo Tilguath sobre el césped de la parcela de entreno; horas más tarde, parado enfrente de una cama de hospital, su rostro era otro.
“Es duro ver que los niños están en una situación que a los gobernantes les pasa totalmente inadvertida; la gente está pensando más en política que en las necesidades del pueblo”, dice el Chino, mientras bendice a un pequeño.
De regreso al valle de Amarateca, el capitán del Albo se pone los tacos y exterioriza: “¿Cómo va a llegar Olimpia al Morazán? Con la idea de presentar buen fútbol y de ganar”.
Dos realidades distintas
Muy diferente es su actitud en el hospital, donde se mete en los zapatos de los padres de los chicos. “A uno se le viene a la mente cómo sufren ellos y sus papás, por eso venimos a darles un poco de alegría. Uno es padre y no quisiera ver a sus hijos así”, lamentó el Chino.
Junto a Sebastián Rosano, Ramiro Bruschi, Fabio de Souza, Alex López, Israel Fonseca, Javier Portillo y Franz Arévalo, el Chino encabezó el pelotón del Blanco que, con la mente en el Búho, puso una pizca de azúcar en el amargo momento de estos niños de escasos recursos económicos…