En el horizonte se ve venir la silueta de un predominante cuerpo de físico culturista vestido de árbitro. Son las 5:00 de la tarde por la carretera que conduce a la aldea Río Dulce y Mario Moncada trota suave los primeros tres y medio kilómetros del circuito; a la vuelta, son cuatro más, pero con mayor intensidad. El Pelón quiere volver a ser el de antes y solo así lo podrá lograr.
“Me encanta dirigir -inicia el diálogo con Zona- y en estos cinco meses sin pitar mi cuarto se ha llenado de tristeza”.
Moncada sería el equivalente a Javier Castrilli en Argentina o a Pierluigi Collina en Italia. Los más odiados y los más respetados. No pasó la prueba física que otorgaba el boleto para arbitrar en el torneo pasado de Primera División y ni siquiera quiso dirigir en el Ascenso, la liga que vio su último trabajo: final entre Parrillas One y Real Sociedad, en mayo de 2012.
Paso al costado…
“El presidente de la Comisión de Arbitraje me habló para que fuera al Ascenso, pero yo le fui claro: castigo es castigo y lo voy a cumplir con hechos, no con palabras. Por eso no he dirigido ni en burocráticas”.
– ¿Y alguien más le habló para que volviera?
– Recibí una llamada de un amigo personal: Héctor Vargas. Me pidió que regresara al arbitraje, porque se ocupaba gente con carácter y experiencia; igual, algunos árbitros y muchos periodistas…
A todo o nada
Terminando 2012, el orgullo del referato talangueño acudió a una cita con la historia. Y no defraudó: el 21 de diciembre aprobó el examen teórico y el 22 hizo explotar las agujas del cronómetro para salir airoso de la prueba física.
“Otras de las razones que me impulsaron a seguir fueron las lágrimas que derramaba mi hijo, Mario Ernesto, cuando me pedía que no me retirara, él me quiere seguir viendo con el uniforme de árbitro”. Con 43 años (cumplidos el pasado noviembre 30), el Pelón todavía tiene edad oficial para cuatro torneos más. “Y ahora que mi hermano menor Óscar también decidió regresar, la alegría en la casa es doble. Practicamos juntos y mi sueño sigue siendo dirigir un partido con Óscar de emergente o que yo sea el cuarto de Óscar”.
Óscar era el juez mimado de la Comisión de Arbitraje, pero una incompatibilidad de criterios lo orilló del campo arbitral hace dos años. Mario siempre se aventajó por su privilegiado físico de levantador de pesas. “No sé si es mi cuerpo el que impone respeto, lo que pasa es que no me gusta sentirme débil y flojo, me gusta sentirme fuerte; antes de la prueba física de diciembre tuve que dejar el gimnasio para ganar rapidez, pero la otra semana volveré a mi rutina de pesas porque ocupo mayor volumen”, cuenta el hombre de la cabeza rapada y miradas militares.
– ¿Entonces regresa la mano dura del arbitraje?
– Ja, ja, ja… regreso porque a mí me hace falta, no porque yo le hago falta al arbitraje. Aparte, quiero aclarar que nunca me retiré. Quizá en algún enojo lo dije, pero cuando volvía en sí, recapacitaba. Sigo siendo árbitro activo, nunca me he desligado de mi pasión.
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