Juan Román Riquelme, el talentoso timonel de Boca Juniors, se había declarado este año sin motivaciones para seguir jugando tras la derrota en la final de la Libertadores frente al Corinthians, pero cuando intentó volver sobre el final del año, la dirigencia lo rechazó.
"Me voy de Boca. Amo este club, esta camiseta, pero no voy a continuar. Me siento vacío y no tengo más nada para darle a Boca", dijo en julio pasado en los mismos vestuarios del club brasileño.
Venerado y rechazado con igual fuerza, el talentoso jugador de 34 años, pasó los últimos seis meses entrenando en soledad merced a la suspensión de su contrato en Boca Juniors.
Desde afuera, siguió los tropezones del club conducido por Julio Falcioni, que fue eliminado de la Copa Sudamericana, perdió la final de la Supercopa Argentina y terminó relegado en el Torneo Inicial.
"Boca es mi casa y si me necesita, estoy a disposición. Decidiré qué hago, tengo que arreglar con el club y saber qué quiere Boca", dijo sobre su futuro con la casaca auriazul.
Pero está distanciado del DT Falcioni, con mayor énfasis en estos días cuando declaró que "Boca no juega a nada, no puede dar cuatro pases seguidos".
Además, la dirigencia, controlada por el expresidente del club y alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, no quiere ver más a Riquelme ni en figuritas.
"Con Falcioni nunca tuve problemas, irme de Boca fue una decisión mía", había asegurado sobre su sorpresivo alejamiento.
Surgido en Argentinos Juniors, al igual que Diego Maradona, Riquelme debutó en Boca en 1998 y sostuvo una extensa y controvertida relación con el club auriazul con el que ganó una decena de títulos.
También tuvo pasos por los españoles FC Barcelona y Villarreal, donde acabó marginado por el entrenador chileno Manuel Pellegrini, y vistió la casaca de la selección argentina, a la que acabó renunciando en dos ocasiones primero con Alfio Basile y luego con Diego Maradona.
De prosa parca, sonrisa difícil y abundante ego, a Riquelme se le atribuyó influencia en la conformación del equipo y del banco de suplentes de Boca, lo que le valió amigos y enemistades nunca declaradas en el campo de juego, como la del ex jugador y actual entrenador de Godoy Cruz, Martín Palermo.
Esa personalidad difícil y un sinnúmero de lesiones le jugaron en contra a la hora de su continuidad e incluso de volver a la selección argentina de la que acabó automarginándose también, ofendido por las críticas del entonces DT Maradona que había cuestionado su falta de forma física para el alto rendimiento.
"Si Riquelme corre bárbaro, si no, no me sirve" le había lanzado como un dardo el controvertido Maradona, otro hincha de Boca Juniors que no dudó en tildarlo de "traidor" tras su salida del club en medio de una derrota y en suelo brasileño.
"Si Riquelme está vacío, que se llene", lo espetó Maradona al burlarse de los motivos que esgrimió para su alejamiento de Boca.
Las consecuencias de la salida de Riquelme fueron inmediatas, en tanto el habilidoso enlace era el mejor jugador del equipo, además de ser el capitán y principal referente del plantel que Falcioni nunca logró reconstruir en torno a otra figura.
Decenas de miles de hinchas boquenses, sin embargo, apoyan al ídolo con ‘banderazos’ en distintos puntos del país y otros tantos piden por el regreso coreando su nombre en las narices del propio entrenador.
Riquelme está considerado el último exponente de una estirpe de jugadores de exquisita calidad técnica.
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