Tiene la contextura de un fideo y las ganas de un guerrero celta. Los 22 años de Roby Norales no lo detienen para pelear un puesto -gol a gol- con Eddie Hernández, Georgie Welcome y Jocimar; seguro que las calles de Balfate, Colón, le enseñaron que la vida es tan compleja como divertida y cuando le dijo a su madre que probaría suerte con la pelota, “sabía que un día iba a comer gracias al fútbol”.
Vía San Pedro Sula, decidió construir su futuro en la capital. En enero 2 de 2011, Ramón Maradiaga dio el visto bueno para que la movediza espiga negra se quedara en las reservas del Mimado (pierde la final contra Olimpia) y ahora Juan de Dios Castillo tiene un amuleto para el sábado.
“A Victoria le he anotado tres goles en mi carrera, pero eso no me avala nada. Acá es de trabajar a tope y buscar mi cuarto gol en el torneo y también el cuarto contra ellos”.
Su promedio no es el mejor: 0.29 gritos por partido (tres dianas en 304 minutos, nueve veces entrando desde la banca), pero jugar cerca de casa le trae pensamientos agradables a Roby Norales. El cipote que se formó con Néstor Matamala entre Juventud Enerma y Cruz Azul quiere vacunar. “En Olanchito me siento como en casa… je, je, je… me motiva jugar en esa zona. Realmente ya tengo ganas de jugar”.
– ¿Cada cuánto vas al pueblo?
– No mucho. Cuando se acaba el torneo siempre llego por allá y cuando jugamos en La Ceiba es que veo a mi gente.
– O sea que ahora mismo ni se te pasa por la mente quedarte allá el sábado. Vos querés seguir en competencia, ¿no?
– Sí, claro. Quiero llegar a Balfate, pero con la alegría del campeonato. Eso o nada…
Un diamante en bruto…
Dueño de un pique en corto endemoniado, a veces hace recordar los inicios de David Suazo. Tiene algunas cosas de la Pantera Negra y no por nada uno de sus sueños no cumplidos es “conocer al Rey, mi ídolo desde chiquito”.
Y espera hacerlo realidad pronto. Así como ejecutó el primero de sus pasos. “Desde que agarré maletas me vine con una fe exagerada para quedarme en un grande y acá ando”; en Balfate, mientras, su vinculación al Ciclón ha elevado la membresía azul. “Hay muchos vidas, por mi primo Romel Quioto, y muchos motagüenses. Hasta sé de muchos que se han cambiado de equipo para seguirme… ja, ja”.
Sus palabras no tienen mucho adorno, como sus definiciones frente a meta. Finalizó sus estudios de estructuras metálicas en San Pedro Sula, pero siempre supo que lo suyo era el deporte profesional. Poco más de dos años viviendo en uno de los grandes de la ciudad le otorgan libertad para pensar en grande, pero Roby Norales prefiere la sencillez. “Acá ando a jalón, ando en ‘paila’, hermano”.
– ¿Recordás lo que hiciste con tu primer sueldo?
– Se lo mandé todo a mi mamá. Me vine sin dejarle ni un peso, solo le dije que iba a un equipo de fútbol y no se opuso. Me acuerdo de su recomendación: “Sea lo que sea que hagás, hacelo de la mejor manera”.
– ¿Y ahora qué te dice?
– Fijate que cuando estaba en Cruz Azul me pasó de todo: quebraduras en el brazo izquierdo, operaciones, de todo; ella quería que dejara esto, pero pude superar esa mala racha y todo quedó en el pasado. A mi mamá le di la alegría de graduarme del colegio y ahora trato de superarme en el fútbol, por más que ella se pone a llorar cada vez que me pegan patadas. Pero son cosas del fútbol, le digo.
– ¿Cómo te definís?
– Un delantero bastante veloz, que le gusta correrlas todas las bolas y cansar a los rivales.
Una sola pasión…
El fútbol que lo tiene soñando con la repesca. “Si ganamos, clasificamos, así que debemos encarar con todo este juego tan importante”. El fútbol que sigue todos los fines de semana para ver a su espejo. “Ni Messi ni Cristiano, mi gran referente es Balotelli. Trato de imitar algunos de sus movimientos… menos los cortes de pelo… ja, ja, ja. Es que es mi ídolo, pero no para tanto”.
– Bueno, pensé que me ibas a decir Robin van Persie… je, je.
– ¡Ah! Ja, ja, ja… así me pusieron cuando hice un gol en Guatemala con la Selección. Es otro gran jugador.
– ¿Pero te siguen diciendo así acá en Motagua?
– No, no… acá me pusieron el Muñeco… je, je, je.
Muñeco entre los compañeros. Roby van Persie entre el periodismo. El gol de la clasificación azul bien podría estar en los tacos que crecieron en Río Esteban, Balfate. ÉEl se lleva una fe bárbara y, por ahora, a casa no quiere llegar…
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