Olimpia está volviendo a encantar a su afición con un fútbol vertical, buscando siempre el marco contrario y el responsable de ello, se llama Héctor Vargas quien va a dirigir su primer Clásico contra Motagua el domingo.
El tiempo se ha escurrido como agua entre las manos y aquel amigo que un día le pidió la oportunidad para ser su asistente en Victoria, ahora estará haciéndole frente a la estrategia que pondrá en práctica en el partido del orgullo.
En juego están los mismos tres puntos de cualquier partido pero, pese a tener pocos días en el banquillo merengue, la atmósfera ya le ha hecho entender la dimensión de un Olimpia-Motagua.
“Me he encontrado gente en la calle que, incluso, antes del juego ante Parrillas me decía: ‘Mire, yo quiero que le ganemos a Motagua, no me importa si perdemos ante Parrillas’. Entonces está esa presión extra que está por encima de todos los partidos”, se despliega en estado puro el entrenador albo, Héctor Vargas.
Un juego de egos
Claro, como buen argentino, sabe que “el hecho de la repercusión del clásico te obliga a trabajar de distinta manera y te ayuda a entender más el tema de la presión del partido, porque el peso de esta camiseta es mucho”.
él sabe que, más allá de los tres puntos, del invicto de los dos equipos, está en juego un partido que es especial en cualquier parte del mundo.
“Como buenos argentinos que somos, sabemos que estos clásicos son para el ego de uno y para el ego de la gente. Son los mismos tres puntos, pero siempre está eso de que vos ganaste el clásico; está el ego de la gente, de los futbolistas y de los directivos”. Acá no hay secretos, enfrente tendrá a un equipo que, al igual que ellos, llega invicto al partido y bajo la dirección técnica de un viejo paisano que conoce desde hace mucho.
“De los argentinos que han venido acá, Diego Vazquez es uno de mis amigos. Cuando estaba en Savio jugando, me llamó para que le diera la oportunidad de ser asistente. Me dijo: ‘Yo no quiero ser entrenador de porteros’, quiero ser técnico’. Le dije que sí, pero luego me llamó para decirme que había agarrado Motagua”.
Así es el destino: ese hombre que antes usaba la cabellera larga, ahora usa como cábala un traje negro como la noche y este domingo espera apelar a esa investidura para amargarle la tarde al León Vargas. “Hay que decirle que con ese traje parece Juanes… ¡Ja, ja, ja! como la canción que dice: ‘Tengo la camisa negra… ¡Ja, ja, ja!’”.
¿Aja, y usted tiene alguna cábala también? No. Sencillamente mi cábala es hacer un gol más que Motagua. Siempre digo que la cábala es hacer más tantos que el rival. De pronto, uno como buen argentino, antes de un juego se decanta por algún tipo de comida, recorrer algún sitio o ponerse determinada ropa, pero para este partido, no habrá nada.
La llave es la fineza
La fórmula del formoseño es sencilla. El domingo sabe que llega con más colmillo que su homólogo y eso puede pesar en el partido; sin embargo, “después del juego se va a saber si la experiencia pesa, porque uno tiene capacidad para resolver algunas cosas, pero no es mago para solucionar todo desde afuera”.
Eso sí, tiene claro que la llave del partido pasará por afinar la puntería, ya que en los dos últimos encuentros careció de tiza. “El partido va a pasar por la contundencia que tengamos y porque sepamos controlar la pelota”.