Para la FIFA, la participación de la Selección U-17 de Honduras en el Mundial de Nigeria, ha sido una experiencia positiva, los frutos se verán más adelante.
La derrota sufrida a manos de Alemania en la última jornada del Grupo A de la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA Nigeria 2009 puso fin prematuramente a la aventura de Honduras. Los centroamericanos no se hacían ilusiones, pero habían llegado a tierras africanas con ambición, aspirando sobre todo a lograr su primer punto.
Sin embargo, el obstáculo de una liguilla en la que figuraban tres favoritos al título resultó infranqueable para los Catrachos, a quienes les habían puesto la etiqueta de víctima.
El 1-0 que les endosó Argentina bajo un aguacero en su estreno, otro revés por el mínimo margen contra el país organizador y el naufragio final ante los germanos confirmaron los temores de Eugenio Umanzor. «Ya antes de venir, sabíamos que esta primera fase se anunciaba como una misión imposible», confesó el entrenador al término del encuentro frente a los Golden Eaglets. «Soñábamos con superar la primera ronda, aunque nuestra ambición era ser un rival digno de equipos de tanto prestigio».
Promesas cumplidas
Quizás el sueño se haga realidad en la próxima edición, pero el deseo de representar un buen papel sí se cumplió. En su entrada en liza frente a los Albicelestes, el combinado hondureño mantuvo durante mucho tiempo la esperanza de obtener su primer punto en la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA, pero se topó con una tromba de agua y un césped transformado en piscina, inclinándose ante un afortunado gol de Sergio Araujo.
«Nos sentimos decepcionados por el resultado, pero plantamos cara durante todo el partido», señalaba al día siguiente el capitán Catracho, Antony Lozano, fijándose en el aspecto positivo. «Les creamos tantos problemas porque estamos bien organizados, y hemos trabajado muchísimo para mejorar nuestro juego de pases y nuestra fluidez. En cuanto a la técnica, es algo natural en nuestros equipos nacionales».
Como prueba, la participación de la selección sub-20 en el certamen mundialista de la categoría celebrado el mes pasado en Egipto, mientras que la absoluta consiguió hace unas semanas inundar el país de alegría al sellar su boleto para Sudáfrica.
Una situación que encanta a Umanzor, quien evalúa el desempeño de esta generación de futbolistas hondureños. «Aunque nos vayamos sin puntos, no lo consideraré un fracaso», repitió durante todo el torneo.
«Es la primera vez en nuestra historia que tenemos a tres generaciones de internacionales clasificadas para tres Mundiales el mismo año. Cuando menos, eso indica que toda nuestra formación sirve de algo».
Formación más que competición
Porque el verdadero desafío de Umanzor no era necesariamente la clasificación para la segunda fase.
«A menudo, en las categorías de jóvenes, incluso en los equipos que se proclaman campeones del mundo, al ver en qué se han convertido los jugadores unos años más tarde, se constata que sólo dos o tres alcanzaron el más alto nivel», analizaba en una conferencia de prensa tras caer ante el país organizador.
«Mi objetivo es que una generación tan trabajadora y talentosa como la que tengo actualmente no se pierda para la selección. Siempre se lo he dicho a mis muchachos: si perdemos en la primera ronda, si nos marchamos sin ningún punto, pero dentro de algunos años alcanzan la elite y contribuyen a mejorar nuestro fútbol, entonces habré cumplido mi misión».
El sólido defensor José Tobías, el dinámico centrocampista Óscar Padilla o los delanteros Lozano y Héctor Matute son sólo algunos ejemplos de las promesas de futuro de un país apasionado por el deporte rey.
«Sabemos que el pueblo hondureño sigue nuestros resultados, nos anima y nos apoya», declaraba Lozano a FIFA.com. «Tenemos que hacer todo lo posible para que se sienta feliz».
Y aunque puede que el balance contable no sea el aguardado, la imagen de Honduras que han ofrecido sus jóvenes representantes sin duda constituye un gran motivo de orgullo.
(Tomado de Fifa.com )
