Barcelona y Milán se juegan este martes mucho más que el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones: una eliminación podría marcar el final de una era gloriosa para el club español y del reinado de Lionel Messi como el jugador indiscutido del momento.
Para el astro argentino, es un partido capital. Si ayuda a que su equipo remonte en el Camp Nou el 2-0 en contra del choque de ida, habrá restado argumentos a quienes dicen que es un jugador que brilla en las buenas, pero no se pone el equipo al hombro en las malas.
Milán y Barca suman 11 copas de Europa entre ambos (siete en el caso de los italianos, cuatro en las vitrinas azulgranas) y la historia pesa en una cita de estilos encontrados, donde los locales deberán recurrir a su manual de fútbol ofensivo para remontar la desventaja y los “rossoneri” al legendario “catenaccio” italiano con el objetivo de aguantar las embestidas del rival. Pero más que el boleto a la siguiente ronda, el Barça afronta la posible renovación de su plantel de cara a la próxima campaña en caso de traspié, con la jerarquía de Messi, ganador de cuatro Balones de Oro consecutivos y dueño de los récords más disparatados, bajo amenaza de nueva competencia.
Con la liga prácticamente ganada con 13 puntos de ventaja respecto al segundo, el Real Madrid, cuando restan 11 fechas para la conclusión y eliminado por el cuadro “merengue” de la Copa del Rey, en el entorno azulgrana se habla tanto del Milán como de fichajes de cara a la siguiente campaña, con nombres como el del brasileño Neymar, con empaque suficiente como para alterar el orden del vestuario.
En el ojo del huracán
Por primera vez Messi se encuentra en el ojo del huracán tras el revés en Milán y dos derrotas seguidas contra el Madrid en liga y copa.
Pese a acumular 17 fechas seguidas con gol en la competición doméstica y 51 dianas en total, el argentino no atraviesa su mejor momento y cabe recordar que nunca le ha marcado en jugada a un equipo italiano (sus tres tantos, siempre contra el Milán, llegaron de penal).
Los dos últimos los anotó la pasada campaña, justamente en el Camp Nou, cuando el Barça se impuso 3-1 para clasificar a semifinales tras el 0-0 de la ida. Ese resultado no le valdría en la presente ocasión por el valor doble de los goles fuera de casa en caso de paridad, y el Milán presumiblemente buscará morder al contragolpe, planteando una batalla defensiva.
En ese sentido, las derrotas frente al Madrid debieron servir de banco de pruebas para Jordi Roura y Tito Vilanova, quien dirige al plantel desde Nueva York, donde sigue en tratamiento contra el cáncer.
La prolongada ausencia del timonel es motivo de preocupación constante en Barcelona, así como la sangría defensiva del equipo, que hasta la victoria del sábado sobre el colista Deportivo La Coruña por 2-0 había encajado al menos un tanto en 13 fechas consecutivas.
En ascenso
La estadística no es mucho mejor en la Champions, donde promedia un gol en contra por partido. Y el Milán, pese a no poder contar con el recién fichado Mario Balotelli (disputó previamente el torneo con su anterior equipo, el Manchester City) ni con el delantero Giampaolo Pazzini (lesionado en la victoria 2-0 sobre el Genoa) presenta credenciales suficientes como para aventurar un gol.
En pleno ascenso, con siete victorias y tres derrotas en sus últimos 10 cotejos y solo cinco tantos encajados (nunca dos en un solo partido), el equipo de Massimiliano Allegri ofrece una trayectoria inversa al de su rival, y ha conseguido marcar en 16 de sus 18 choques en calidad de visitante.
Sin Pazzini, Allegri probablemente deje solo en punta a Stephan El Shaarawy, flanqueado en las bandas por Prince Boateng y M’Baye Niang.
La disponibilidad de Antonio Nocerino y Mathieu Flamini es una buena noticia para el Milán, pero mejor lo es la recuperación del organizador Xavi Hernández para el Barça, así como el buen partido del chileno Alexis Sánchez ante el Deportivo, con el que mejoró sus opciones de figurar en el once.
Pero las miradas se centran en Messi, al que el Barça se agarra para no ver rota una racha de cinco semifinales de Champions consecutivas.
Sería la primera gran remontada en su estadio de la actual generación, que espera la vuelta de Vilanova y, de paso, alargar el reino dorado del rosarino.
Y precisamente, Dani Alves se refirió al argentino, “en el día a día lo veo normal, lo veo bien. Pero yo no soy hipócrita, no maquillo las cosas. Es evidente que en los últimos partidos ha estado bajo anímicamente. ¿Por qué? No lo sé, pero he notado que estaba un poco más cabizbajo de lo normal”.
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