Argentina e Italia habrían recibido la ayuda de dictadores cuando ganaron los mundiales en 1978 y 1934, respectivamente, señalaron investigadores en un congreso sobre fútbol.
«Es la misma historia de siempre: el deporte y la política son hermanos, y a veces el deporte queda supeditado por el otro hermano», dijo el escritor italiano Marco Impiglia, uno de los participantes en el simposio titulado «La Importancia y el Impacto de la Copa del Mundo de la FIFA».
Impiglia presentó una investigación que plantea que el líder fascista de Italia, Benito Mussolini, influyó en las decisiones de los árbitros y ayudó a la selección a ganar.
Raanan Rein, un profesor israelí de historia latinoamericana, dijo que quedó «100 por ciento convencido» que la junta militar de Argentina influyó en el triunfo de la Albiceleste 6-0 contra Perú en 1978. Ese partido siempre ha sido blanco de sospechas, ya que Argentina tenía que conseguir una goleada de escándalo para avanzar a la final en vez de Brasil.
Rein e Impiglia aclararon que no tiene pruebas para respaldar sus señalamientos.
La reunión de cuatro días de académicos e historiadores estudia el impacto político y socioeconómico en los países que han organizado mundiales, el torneo más visto en el planeta desde que se disputó la primera Copa del Mundo en 1930 en Uruguay.
La elección de la FIFA de Brasil, Rusia y Catar como anfitriones de los mundiales de 2014 a 2022 sugiere que el fútbol y la política seguirán mezclándose.
«Me dice que en términos de la presencia mundial del fútbol desde la década de los 1930, la FIFA ha dado un gran paso», comentó uno de los organizadores de la conferencia, Stefan Rein, profesor de historia de América Latina de la Universidad Free en Berlín.
El secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, habló el miércoles en la inauguración de la conferencia y admitió que trabajar con gobierno democráticos puede complicar la organización de los torneos, que requieren la inversión de miles de millones de dólares en estadios, aeropuertos, carreteras y hoteles.
Las dictaduras presentan otro tipo de retos, dijeron a los delegados.
Rein señaló que los militares que dieron un golpe en Argentina en 1976 necesitaban un triunfo de propaganda dos años después para calmar al pueblo y a la comunidad internacional en medio de la represión de los disidentes.
Los militares colaboraron con «al menos un gobierno extranjero» para arreglar el partido contra Perú, dijo Rein. Argentina tenía que ganar por cuatro goles para avanzar.
«Según mucha gente con la que hablé en Argentina… en realidad no hay duda al respecto», señaló Rein. «No sólo mancha al régimen militar, pero también mancha a la selección, y tenían una gran selección. En muchos sentidos, merecían ganar el Mundial».
La junta militar cayó en 1983, tras la derrota en la guerra de Las Malvinas ante Gran Bretaña, y Rein conjeturó que el triunfo en la final contra Holanda podría haberle dado más vida.
«Haber perdido el Mundial pudo haber tenido consecuencias similares a la derrota en las Malvinas a mediados de 1982», señaló.
Mussolini no era fanático del fútbol, pero reconocía su popularidad y potencia para formar el «mito de una nueva Italia» cuando la FIFA la eligió como sede en 1934, señaló Impiglia.
«El régimen fascista abusó políticamente del evento», dijo Impiglia. «Fue un triunfo dudoso, y provocó muchas dudas en ese momento».
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