Para ser originario de Surinam, el árbitro del juego Estados Unidos Honduras el martes en Río Tinto, salió bien librado de un partido «caliente» y que se caracterizó por el roce constante.
Enrico Wijngaarde demostró muy estado físico, acompañando las jugadas muy de cerca y sobre todo, autoridad en la cancha del local, escenario donde a veces los árbitros se acomodan a favor del equipo de casa.
Las tarjetas amarillas que mostró el señor Enrico Wijngaarde están bien sacadas y lo más importante es que su trabajo no incidió en el resultado del partido.
Todos los cartones que mostró, incluso a Arnold Peralta fueron acertadas; aunque sí debió amonestar a Tim Howard en una acción de peligro.
Sus asistentes (Ramón Louisville y Philippe Briere) se vieron a la altura de su trabajo, incluso el señor Louisville estuvo muy acertado en anular la jugada de gol de Jozy Altidore. En una jugada muy apretada de fuera de juego, lo que indica el grado de concentración que tuvo.
Otro punto a destacar de Enrico Wijngaarde es que pese a los reclamos acolorados de algunos jugadores, él no perdió el control y con acciones precisas supo controlar el juego.
En la falta de Colón, el árbitro lo ha manejado bien en favor de Honduras, porque sabemos que pudo haber sido de otro color. En el sentido más complejo, el manejo de estas situaciones son de mucha decisión y en tiempos cortos.
En la otra jugada que hay que darle mérito al árbitro, es la supuesta falta a Noel Valladares, sin embargo, es un propia defensa hondureño que le hace la falta, por lo que está bien que el árbitro no haya señalado nada en esa jugada.
De esta forma, me parece que no fue un mal arbitraje y, repito, estuvo a la altura del partido. Lo importante es que no incidió en el mismo y que lo podemos calificar en los mismos términos de Marco Rodríguez ante Jamaica, con una calificación de 8 por ciento en el plano personal y en el trabajo de terna la calificación no es para menos, porque los asistentes también se mostraron a la altura del partido y las decisiones correctas.