18 Oct, 2007
Por: DON PERISCOPIO
Reinaldo Rueda ya debe saber a estas alturas que el nivel del fútbol hondureño es muy desigual al que existe en Colombia y en los principales países del cono sur donde se aproximan al fútbol europeo.
Pero montado en el macho como ya está, sólo le queda domeñarlo para no caer en los corcoveos.
Nuestro fútbol está gravemente contaminado por una buena cantidad de futbolistas marcados por unos resabios que afectan sus cualidades. Esta situación se ha visto en jugadores considerados estrellas, incontrolables en sus constantes actos de indisciplina dentro y fuera del campo.
La indisciplina es la plaga más dañina que se da en el fútbol y en el nuestro se ha convertido en una peste que se extiende desde los mejores hasta los más regulares de nuestros futbolistas.
Naturalmente que hay sus excepciones, pero por infortunio son rarísimas. Los llamados mañosos se han ido multiplicando por desgracia y con ellos han surgido las mal llamadas argollas en los equipos hasta llegar a la selección. Los argolleros son líderesde mala influencia, son los que concitan a exigir primas hasta por empates y a veces aun perdiendo los partidos exigen remuneraciones por la sola incorporación a las selecciones.
En Suramérica y Europa las asociaciones y federaciones sólo se pagan primas y extras por metas y objetivos. Una meta para el caso es clasificar por etapa y un fin es el que se consigue al lograr la clasificación al máximo evento.
Las primas o extras son escalonadas y se pagan conforme se avanza, así, cuando se pasa la primera ronda la suma es módica, en cambio clasificar a la copa mundo incentiva a los federativos a recompensar de una mejor forma a los seleccionados, sabiendo que con ese paso se abren muchas puertas comerciales que le reditúan al ente federativo una serie de ingresos que comparte con su selección.
Esta situación la desconocen los jugadores hondureños que se avientan desde un principio a exigir de manera desproporcionada. Y si los dirigentes federativos son flojos se dejan sacar hasta lo que no tienen. Esto es lo que ha pasado desde hace unos diez años para acá en el fútbol hondureño, en que se ha visto el penoso caso que los jugadores hostigan a la Federación para obtener prebendas un día antes de un partido clave.
Lo vimos con estupor en el período de Lisandro Flores Guillén, cuando una noche antes del crucial partido contra Trinidad y Tobago, tres jugadores arrinconaron al pequeño dirigente para sacarle una gran cantidad de primas que al final perdieron por su incapacidad futbolística.
A menos de 18 horas del juego, aquel grupo de insaciables aún sabiendo que estaban orillados más a la descalificación que a la meta pensaban más en el dinero que en el compromiso en la cancha. Y vaya qué descaro, y de esos jugadores hay varios todavía en la actual selección. Uno de ellos se acaba de dar el taco de darle un palmo en la nariz a Rueda, despreciando el llamado que le hiciera.
Por eso somos más pesimistas que optimistas cuando se habla de clasificar a la Copa Mundo.
Sencillamente porque con los mismos mañosos de entonces el resultado podría ser el mismo.