La selección nacional de los Estados Unidos ha estado reunida durante el mes de enero en el sur de California para preparar los partidos de eliminatoria de la Concacaf. El martes 29 de enero, se enfrentarán en un partido de exhibición ante la selección de Canadá, en el BBVA Compass Stadium, de Houston.
Sorprendentemente, para muchos, durante el campamento californiano el director técnico, Jurgen Klinsmann, ha hecho algunos comentarios llamativos acerca de algunos de sus mejores hombres en la cancha.
Para Klinsmann, los jugadores de los EE.UU. son relativamente ingenuos y complacientes, en comparación con los futbolistas de élite mundial.
«El fútbol en este país, al igual que los jugadores que actúan en Europa, necesitan de mucha eduación aún», le dijo Klinsmann al New York Times.
«El entorno del sistema estadounidense está muy cómodo. Cuando dicen: ‘si llego a la MLS, lo he logrado’, yo siempre digo: ‘no has logrado ni [explícito]».
De la misma manera, se dirigió acerca de Clint Dempsey, uno de los jugadores más prominentes de los Estados Unidos actualmente, y uno de los atacantes más dinámicos en la historia de la selección de las «barras y las estrellas».
«[Dempsey] no ha hecho ni [explícito]. ¿Juegas para el Fluham? ¿Y qué? Demuéstrame que puedes jugar para un equipo de Champions League, y que eres titular en un equipo de Champions League. Siempre hay otro nivel», le dijo Klinsmann al Wall Street Journal, refiriéndose al momento en que tomó la dirigencia de la selección meses atrás.
Quizás, sus comentarios son justificables. Campeón Mundial, europeo, de la Copa de la UEFA, y en la Bundesliga, Klinsmann carga consigo un pedigree que le da una especie de carta blanca ante jugadores y aficionados, para poder criticar a los mejores hombres de la selección que dirige.
Klinsmann espera que la camada de futbolistas estadounidenses tengan la misma urgencia de lograr lo que él hizo. Su país, Alemania, de 81 millones de habitantes ha logrado más títulos que la nación de 315 millones en la que vive hoy. Y el simple honor de jugar en la UEFA Champions League ha eludido a la mayoría de estadounidenses.
Sin embargo, si sacamos verdades, en algún momento alguien deberá recordarle que su carrera como entrenador se ve un tanto diferente. De hecho, las circunstancias que rodean su mayor tiempo como la cabeza de un equipo fue la temporada 2008-09, cuando dirigió al Bayern Munich durante 10 meses, y demostró que debía mejorar tanto como sus dirigidos.
«Practicábamos un poco más que el estado físico. Aspectos tácticos fueron dejados a un lado. Los jugadores nos debíamos reunir [antes de los partidos] para discutir cómo queríamos jugar», dijo el defensor y capitán de la selección alemana, Philip Lahm, en su autobiografía sobre el tiempo que Klinsmann dirigió al Munich.
«Después de seis u ocho semanas, todos los jugadores sabíamos que no iba a funcionar con Klinsmann. El resto de la temporada estuvimos muy limitados», concluye.
Dándole el beneficio de la duda a Klinsmann, llegó a un club que necesitaba modernizarse y su reputación, dos años después de la Copa Mundial 2006 con la selección alemana, lo encontraron dentro de una organización que no le brindó las garantías necesarias para trabajar.
Después de todo, Klinsmann estuvo cerca de lo que los directivos querían, al dejar el equipo con un registro de 25 partidos ganados, nueve empatados y nueve perdidos.
De todas formas, quienes presenciaron el juego del equipo – y su propia forma de tomar decisiones tácticas – semana tras semana, no estaban convencidos de lo que veían. Algunos aficionados incluso gritaban «Klinsmann raus!» («Fuera Klinsmann») durante el último juego a su cargo, luego que Wolfsburg se coronaba campeón de la Bundesliga por encima del club más rico de Alemania.
Dirigir una selección es muy diferente a dirigir un club, y Klinsmann parece estar más adecuado para lo primero. Las políticas del Bayern permitieron que el descontento de los jugadores se convirtiera en el común denominador, y el día a día claramente le pasó factura.
Los problemas que tuvo el año pasado ante Jamaica y Antigua & Barbuda, y uno que otro bache en otros partidos, no ha permitido que la afición de la selección de los Estados Unidos esté conforme, aunque no tienen la misma frialdad que su contraparte bávara. Sin embargo, el Hexagonal final de las eliminatorias en Concacaf, que comienza el próximo mes ante Honduras, podría traer algunas sorpresas.
Y cuando ese momento llegue, la toma de decisiones de Klinsmann estará bajo la lupa, al punto que no sucede desde aquellos meses efervescentes en Munich. Sea como sea, si el equipo no llega a superar las expectativas, veremos si sigue atacando a sus jugadores o si se hecha la culpa a sí mismo.