Michael Jordan, que le dio al básquetbol una nueva dimensión entre la fantasía y el glamour, celebra este domingo su quincuagésimo aniversario con un legado a prueba de comparaciones, pese a su retiro hace 10 años y a las nuevas estrellas que adornan el firmamento actual de la NBA.
El hombre que hizo de sus iniciales MJ un sello de referencia, es considerado el mejor jugador de la historia no solo por sus habilidades en la duela, sus seis anillos de campeón de la Liga norteamericana o sus dos medallas de oro olímpicas, sino porque fue el pionero que plantó la actual semilla de lo que es hoy la NBA.
“Es muy sencillo. Nunca habrá otro Michael Jordan. Él fue el primero en hacer un montón de cosas. Siempre que usted es el primero, no puede haber otra persona por delante”, dijo el escolta estrella de Miami Heat, Dwyane Wade.
Hubo una primera etapa de tres campeonatos, de 1991 a 1993, en que Jordan pasó de ser un joven con potencial a un jugador estrella de los Bulls.
Luego se dio el lujo de retirarse para jugar béisbol de Grandes Ligas, cumpliendo un sueño de su padre, y regresar de nuevo para convertirse en leyenda con otros tres títulos de 1996 a 1998. Y cuando Estados Unidos necesitó salvar la honra luego de varios fracasos humillantes en los Juegos Olímpicos, Jordan lideró un Dream Team de estrellas de la NBA para ganar el oro en Barcelona 1992.
Fue gracias a lo que hizo Jordan dentro y fuera del terreno que los jugadores de la NBA comenzaron a recibir trato de estrellas de parte de los fanáticos.
También llevó la mercadotecnia deportiva a un nivel jamás visto, que le abrió las puertas a la danza de los millones que bailan hoy sus seguidores como LeBron James, Kobe Bryant y Tiger Woods, entre otros.
El advenimiento de la “jordamanía” en la década de 1990 propició más reconocimiento internacional de la NBA debido a la atención mediática que recibió la liga, inundada de pronto con patrocinadores poderosos en busca de caras famosas para sus productos.