La gente ya sabe quién es Javier Estupiñán porque cada jornada escucha y ve sus goles, pero pocos conocen más de este goleador de raza que lidera la tabla de goleo.
El oriundo de Santa Bárbara de Iscuandenariño, Colombia, se define como una persona tímida, hogareña y luchadora, que toma los retos como al toro por los cuernos.
“Mis padres me llevaron a entrenarme con las inferiores del Deportivo Pasto de mi país, allí fui del agrado del entrenador; luego pasé a formar parte de la juvenil, donde comencé mi trayectoria a los 16 años”.
El espigado delantero de 1.87 metros admite que es hincha del América de Cali.
Estupiñán tiene como cuenta pendiente llegar a ser protagonista en la obtención de un título, ya que en 2006, cuando consiguió la corona con el cuadro volcánico, él estuvo relegado a la banca.
Tras un breve paso por el balompié ecuatoriano, el del dorsal número tres del conjunto porteño probó suerte en la liga china, con el Chengdu Blades.
Durante los ocho meses de su estadía en el continente asiático la alimentación fue lo que más extrañó de su natal Colombia. “Al principio solo comía arroz o me iba a los restaurantes de comida rápida. Tenía temor ya que había escuchado cosas feas de la comida de allá, pero luego me adapté y hasta llegué a comer carne de iguana”, expresó.
Al término de su contrato, Javier recibió la llamada de su paisano Edward Mafla, directivo del Deportes Savio.
No obstante, la comunicación entre la directiva de los toros y el goleador se perdió, después de tres intentos.
Resignado a quedarse en suelo cafetalero, Javier Estupiñán perdió las esperanzas de jugar fuera, hasta que una telefonazo de Guillermo Acosta lo condujo a Honduras para vestir los colores de Platense.
“Tenía referencias del fútbol hondureño, de sus playas. Al principio lo pensé, pero tras hablarlo con mi familia, tomé la decisión de venir”.
“Al llegar me di cuenta que tiene muchas cosas en común con mi país”, indicó.
Javier está casado con Renata, que contó que le apodan el negrón. El delantero nos contó de su hija, a quien cambió la dedicatoria de sus goles cuando nació (con su dedo pulgar en la boca); “Isabella tiene 15 días de nacida y me ha cambiado por completo, ella me ha hecho sentir algo que no había podido percibir antes. Muero por verla”.
Este amante de los mariscos es de comer pocas baleadas, prefiere el pescado y suele hacer sus mejores goles en la cocina, preparando el sancocho, el ajiaco y el patacón.
Es salsero de corazón y cuidadoso con su apariencia.
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