La campeona del mundo cedió ante Argentina. Messi abrió el marcador; Higuaín aumentó la ventaja, Tévez aprovechó un fallo de Reinay el Kun hizo el cuarto. España la estrelló tres veces en los palos; Llorente hizo el del honor. Fue un resbalón Monumental.
El equipo albiceleste tuvo un primer tiempo explosivo. Porque llegó cuatro veces y concretó tres goles. Lionel Messi abrió la cuenta a los 9 minutos del primer tiempo, definiendo con un toque suave y de enorme calidad ante la salida de Reina, que quedó despatarrado en el suelo. Gonzalo Higuaín estiró la ventaja, a los 12 (eludió al arquero por la izquierda), mientras que Carlos Tevez, que había malogrado el primer mano a mano, también dejó en ridículo al arquero español Pepe Reina, al aprovechar un resbalón, y ganarle en la carrera para marcar el 3 a 0, a los 34.
España sintió el golpe. Sin embargo, jamás resignó su idea de juego y siguió siendo fiel a esa identidad que le permitió consagrarse como el campeón del mundo en Sudáfrica, hace apenas dos meses.
En tres oportunidades, el palo le dijo que no a los ibéricos. En la primera, Villa remató de 30 metros y reventó el ángulo izquierdo de Romero, que hizo vista. En la segunda, fue el travesaño el que le ahogó el grito al goleador de Barcelona. Ya en la segunda mitad, Romero la tocó y la pelota pegó en el travesaño, tras un disparo a colocar de Arbeloa desde la medialuna del área.
El comienzo del segundo tiempo tuvo a España como claro dominador de las acciones, hasta que a los 10 minutos la Argentina emparejó, después de que Víctor Valdés (reemplazante de Reina) evitara la cuarta caída de su valla ante Gonzalo Higuaín.
Consciente de que no siempre se puede ver a un campeón del mundo, y claramente amante del juego que exhibe el conjunto dirigido por Vicente Del Bosque, el público argentino disfrutó de la goleada, pero destacó y aplaudió a los españoles, reconociéndole el gran logro en suelo africano.
Del lado argentino quedó en evidencia, sobre todo en el primer tiempo, que las ausencias mundialistas de Cambiasso y de Zanetti fueron una apuesta que pagó demasiado cara el cuerpo técnico anterior.
Asimismo, se notó un gran compromiso del equipo hacia su técnico Batista. Si bien es habitual ver a Tevez o a Mascherano pelear cada pelota como si fuera la única, no es común encontrarlo a Messi yendo al piso, ni a Zanetti. Incluso a Higuaín se lo vio muchísimo más enchufado que en otros encuentros.
La labor de Ever Banega merece un párrafo aparte. El ex volante de Boca exhibió una presencia y una precisión, tanto en la recuperación como en la distribución del juego, que permiten ilusionarse con que, con el tiempo de trabajo, se convierta en el socio natural del inamovible Mascherano. Y el experimentado aporte de Cambiasso no hace más que ratificar que, con un sistema táctico equilibrado, este equipo tranquilamente puede jugar con dos delanteros y Messi.
Más allá del enorme espaldarazo que le da la goleada a Batista, el resultado terminó siendo algo abultado. España debió haber llegado al gol antes, aunque en varios tramos del partido abusó del toque y careció de eficacia goleadora, algo que se potenció en la segunda parte, cuando Del Bosque sacó a Villa.
Llorente puso el decoroso 1-3, pero en una gran jugada colectiva, Agüero selló el resultado de cabeza, para delirio del estadio.
Si bien el partido no deja de ser un amistoso, con todo el relajo que eso implica, no todos los días se le gana 4 a 1 al campeón del mundo. Y por eso, la victoria ilusiona y mucho.
España sigue siendo el mejor del mundo, pero Argentina jugó muchísimo mejor.