Impregnado de un sentimiento tan grande que hasta el sol se vuelve azul.
Dueño de un pasaje de la historia del fútbol hondureño y del Motagua mismo que todos llaman: “la era del Nene”.
César Obando ha sido nombrado entrenador de reservas en Motagua y él lo ha tildado así: “he vuelto a casa”. Y es que Obando ha completado procesos como entrenador, desde las infantiles hasta la Liga de Ascenso. “Estuve hasta en La Masica (Atlántida)”, dice a Zona el ex-DT de Necaxa y los Pumas.
¿Cuánto emociona llevar esa Águila en el pecho? Mucho. Esta Águila ilusiona, enorgullece, puesto que desde niño estoy en este equipo y lo quiero mucho. Me entregué por este equipo, hice buenos partidos, quedé campeón y esas cosas quedan impregnadas.
Así como de DT está haciendo el proceso, también lo hizo como jugador en Motagua… desde la U 8 allá en La Laguna, hasta convertirse en ídolo de Motagua, ¿no? Sí… desde niño hice todo el proceso hasta que me vendieron al Correcaminos (México) y luego al Universitario de Deportes (Perú), pero sí, he hecho todo el proceso, porque hasta juego con los Veteranos.
¿Le restaría a futuro solo dirigir al equipo de primera e imagino que para allá apunta? A futuro sí. Aún estamos en la escuela aprendiendo. Estamos trabajando en conjunto con primera y estamos aprendiendo cositas. Vamos caminando poco a poco, no estoy desesperado por ser el DT de primera… Esta es una carrera larga y hay que caminar. Creo además que para ser un buen técnico hay que ser un buen asistente. Así lo quiero y así lo voy a hacer.
¿Qué faltó, César? Retirarse del fútbol con la U o el Vida no era lo ideal, ¿tuvo que ser con Motagua? Tras venir del extranjero llegué a Motagua para despedirme, jugué algunos meses, pero no fue de lo mejor, ese fue mi retiro con Motagua. Luego me salió una oferta a Costa Rica (Cartaginés) y eso no fue lo esperado, pero ya no estaba a mi alcance. Tuve que terminar en otros equipos (Real España, Vida, Victoria, UNAH), pero me siento satisfecho de ello.
¿Se considera ídolo de Motagua? En verdad a veces no se siente que sea ídolo del club, pero sí sé que hay mucha gente que me recuerda… y bueno, a los ídolos creo que les hacen buenas despedidas y no hubo para César Obando. Pero lo mejor es que sé que estoy en el corazón de los motagüenses y de muchos hondureños por lo de la Selección.
Recuerda aquel partido ante Costa Rica en 1992… Entré de cambio. Luego recibí un balón, se la pasé a Juan Flores y luego Arnold me la dejó de taquito. Le pegué con el alma, de repente quería pegarle bien y meterla en un ángulo, pero con eso ganamos 3-2, algo que se le quedó a la gente en el corazón.
En ese momento usted pasó a ser la imagen más popular del país, ¿cómo vivió esos momentos de fama? Siempre que estuve en la cumbre le pedí a Dios que manejara esa situación y creo que Dios lo hizo bien, porque nunca me creí el mejor del mundo ni de Honduras. Sabía que era importante mi aporte en la H, nada más. Lo que sí es tuve fue muchos errores, como jugar infiltrado (lesionado)…
Las lágrimas parecen avecinarse. Obando es atrapado por la nostalgia. De aquellas jugadas brillantes de ayer se escapan suspiros tras recordar que el Nene… también fue humano.
“Faltó alguien que me aconsejara. Alguien que me dijera que no lo hiciera. Yo estaba muy joven (22 años), no pensé las cosas bien, de aguardar los días de reposo y recuperarme. También me tocó estar con gente inexperta, con Mario Mendaña (PF de la H de Malinowski, QEPD), quien cuando jugué en Perú me lo encontré y me reconoció que se había pasado conmigo, que nos hizo un esfuerzo físico que no necesitábamos en ese momento y que al final nos lesionamos ocho jugadores de esa Selección y fue lamentable terminar a las puertas de un mundial (EE UU 1994) y lesionado”. César traga hondo y con lo último alcanza a decir: “me costó recuperarme, luego volví y ya no fui el mismo”.
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